Por
Marco César Monroy
Calificación Cine Pro: 5/5
A lo largo de casi tres horas, Abbas Fahdel abre la ventana al mundo musulmán, hasta ahora aparentemente hermético para los occidentales. A través de su mirada conocemos a su pueblo en una situación fatal: la llegada de una guerra. Motivo suficiente para desencadenar una reflexión sobre la vida misma y el amor a un país. La segunda parte abarca las consecuencias de una guerra narradas desde la perspectiva de los ciudadanos de Bagdad. El trabajo propone una visión civil donde no domina el dramatismo, sino la confusión e integración de la guerra a la vida cotidiana de un pueblo.
Casi seis horas de película son suficientes para que se abra un mundo frente a nosotros. Un mundo que normalmente había sido retratado desde fuera, lejano y ajeno. Un mundo que únicamente conocíamos por el nombre de Irak. Patria (Irak año cero) del director iraquí Abbas Fahdel no sólo muestra los conflictos bélicos que se suscitaron en Irak tras la invasión estadounidense en 2003, sino que va más allá y manifiesta la forma de vida de toda una nación entera.
Una cámara en mano, manipulada por el ojo del propio director, registra en un primer momento la vida de su propia familia, en una especia de película casera guiada casi a modo de tour por Haidar, el pequeño sobrino de doce años de Fahdel. En principio se muestra lo elemental de la estructura familiar para la conformación de una sociedad con relaciones aún más complejas, y que siempre tienen su correlato con determinadas épocas históricas. Pero no sólo vemos éste entramado de relaciones sociales, más importante aún es que se nos hace patente el conflicto emocional, interno y personal que vive y vivirá cada miembro de la familia. Así transcurrirá la primera parte de la película, en la que progresivamente se dejarán los linderos familiares para entretejer y entrever cada vez más las bifurcaciones que van surgiendo.
La segunda parte se filma a partir de la ocupación por parte del ejército estadounidense, dejando fuera de la pantalla el conflicto armado, pues aquello que ignorábamos era lo que internamente se vivía más no el hecho mismo de la guerra. Ya no habrá tanta concentración en el nido familiar, la atención ahora se ocupará más del caos que habita en las calles. De este modo Abbas Fahdel borra el “entre” y se ocupa de sus dos polos: el antes y el después; el antes de la caída y el después de la batalla. Sin duda esto responde a unas de las principales preocupaciones del film: el problema de lo Otro. Lo que tanto le preocupa al director no es ya una reflexión, sino una flexión sobre la realidad inmediata que viven los iraquíes, la cual nos hace preguntar: ¿Quiénes son y cómo viven esta realidad que los circunscribe? Una pregunta que no es exclusiva para el espectador y que alcanza a sus propios protagonistas.
Las imágenes son libres y se mueven únicamente con el propósito de encarnar lo que ellas mismas son. Bajo esta premisa se podría conjurar el ejercicio cinematográfico que ejecuta Fahdel en su película; el cine muestra eso que está ahí pero que normalmente no se percibe y que al mismo tiempo reclama ser visto. Muestra también los fantasmas de fuerzas que se consumen unas a otras en una lucha interminable que no está mediada por ninguna moral y que se explica e implica a través de la oscilación que va de la vida a la muerte y de la muerte a la vida. Patria (Irak año cero) no es una película más sobre la guerra, es una obra magna que se alza y se guarda a sí misma un lugar dentro de la Historia del cine.